La obra de Bonnie Honig const una relectura crítica de la teoría democrática contemporánea desde la perspectiva de una política agonal. Su propuesta desplaza el paradigma soberano y excepcionalista para situar la democracia como una práctica inmanente de respuesta a la crisis, sin suspensión del orden jurídico. A partir de una reinterpretación de Hannah Arendt y de una teoría feminista del rechazo, Honig explora las dimensiones materiales, afectivas y performativas de la acción política. Mediante figuras de la tragedia clásica, los objetos públicos y los afectos, reivindica el conflicto, la desobediencia y la imaginación como fuerzas instituyentes. Así, su pensamiento redefine la democracia como un proceso continuo de interrupción, resistencia y reinvención institucional.