Desde que en 1991 se realizan las Encuestas Europeas de Condiciones de Trabajo existe consenso sobre la mejora en varias dimensiones de las condiciones/calidad del trabajo (e.g. participación, cualificación, seguridad...). Sin embargo, en el mismo periodo, estas tendencias se han acompañado de una intensificación del trabajo, una dinámica que se considera un riesgo para la sostenibilidad y la calidad del trabajo y por ende, para el bienestar y la salud de los trabajadores. Aunque la literatura internacional apunta a los cambios en la organización del trabajo para explicar esta intensificación del trabajo, los análisis empíricos y estadísticamente representativos son escasos, particularmente en España. En este artículo analizamos el caso español en el periodo 1999-2012, explotando los microdatos oficiales de las últimas cuatro oleadas de las Encuestas Nacionales de Condiciones de Trabajo (ENCTs) que son representativas de la población trabajadora española. Distinguimos dos periodos para considerar los cambios metodológicos entre 2003 y 2006. Tras diferenciar una intensidad de trabajo más mental (cognitiva y emocional) y otra más física, 1) proponemos una operacionalización de la intensidad de trabajo; 2) analizamos su evolución y diferencias en base a ocupación, género y edad; 3) profundizamos en los factores organizativos que condicionan la intensidad del trabajo y 4) discutimos en qué medida estos factores pueden explicar las diferencias de intensidad de las distintas ocupaciones, géneros y grupos de edad. Los resultados confirman la intensificación del trabajo en España en el periodo de estudio (1999-2012). En el primer periodo (1999-2003) la intensificación se acentúa sobre las mujeres, los más jóvenes (25-40 años) y los más cualificados, concentrándose en las ocupaciones de servicios. En el segundo periodo (2006-2012), que incluye los efectos de la crisis económica y una muestra más representativa del trabajo atípico, la intensificación se generaliza mucho más (por género y edad) creciendo en todas las ocupaciones de servicios, aunque los cualificados con estudios universitarios, el personal sanitario y los mandos (cuando son mujeres, especialmente) la sufren particularmente. Respecto a los condicionantes de la intensidad del trabajo, pese a los cambios metodológicos y la crisis económica uno de los resultados más importante es la estabilidad entre 1999 y 2012, que sugiere posibilidades de intervención específicas para regular la intensidad. Además de factores organizativos intuitivamente asociados a un trabajo menos cualificado, en línea con los casos de estudio de la sociología del trabajo y la llamada teoría del proceso de trabajo (i.e. monotonía, tareas repetitivas muy cortas, información/formación insuficiente, no tener oportunidades aprender/prosperar, la falta de control sobre ritmos, la inseguridad) encontramos otros factores «intensificadores» ligados a un trabajo más cualificado (i.e. la complejidad, la multitarea o al uso de ordenadores) donde las exigencias mentales (cognitivas y emocionales) son clave para entender la intensidad de trabajo. Confirmamos que las diferencias en la intensidad de trabajo por ocupación, género y edad se explicarían por las diferencias en la exposición a los factores organizativos analizados. Más allá de una intensificación del trabajo «low road» (trabajo asociado a poca calidad e innovación), los datos sugieren una intensificación del trabajo de «high road» (trabajo asociado a alta calidad e innovación). En concreto, factores tradicionalmente asociados a un trabajo de calidad como los ligados a una mayor autonomía/empowerment del trabajador (e.g. el control sobre los ritmos, el poder poner en práctica las propias ideas o al aprendizaje) parecen condicionar la intensidad de trabajo, en lo que podría pensarse como una autointensificación del trabajo. Nuestros resultados sugieren que es necesario investigación más compleja e interdisciplinar para entender la autonomía en el trabajo del conocimiento y su interacción con la intensidad. En cualquier caso, la dinámica de intensificación del trabajo del conocimiento plantea dudas sobre la sostenibilidad del modelo de trabajo tal y como está evolucionando en las últimas décadas en Europa y en España. Dados los riesgos específicos para la salud y el bienestar es necesario desarrollar una estrategia específica para regular la intensidad del trabajo.